Boca Calle es la golosina que empodera y que llegó a plantear una solución que no tiene nada de pasajera ni superficial. Es el alfajor que elaboran personas que están en situación de calle y que promueve la solidaridad y la autogestión.
En esta entrevista, la palabra de Gabriela Crespo, vocera de la marca “Boca Calle Alfajores”, producto elaborado por Proyecto Siete, una asociación civil para el abordaje integral, multidisciplinario y colectivo de las problemáticas de las personas en riesgo y situación de calle. "Es trabajo genuino para que dichas personas puedan tener su propio dinero. La idea es generar autonomía económica", sostiene.
Un emprendimiento es un acto político que tiene mucho valor. La pregunta sobre cómo ayudar surge a diario para quienes nos encontramos con la postal citadina de personas que no tienen a dónde ir. "La exclusión pone de manifiesto que hay dos dinámicas opuestas. Una está adentro del sistema y otra esta afuera. La persona que está afuera, que está en situación de calle, esta sistematizada dentro de un engranaje que la mantiene por fuera del ascenso y el acceso social", explica Gabriela Crespo y agrega: "Esto se explica con el ejemplo de dar a las personas algo mínimo para que subsistan, pero no para que progresen. Entonces de ahí nace, por ejemplo, el “parador” que como bien la palabra lo dice, uno va a “parar ahí”. Entra a las siete de la tarde y se tiene que ir a las ocho de la mañana. Y su cama nunca es su cama".
- ¿Cómo nace Boca Calle?
- Gabriela Crespo: Proyecto Siete desde hace tiempo ha desarrollado diferentes emprendimientos gestionados y producidos por personas en situación de calle para revalorar sus saberes y capacidades. Porque hay artistas en situación de calle. Hay herreros que tuvieron un accidente y quedaron desamparados. Hay chicas que saben de peluquería, de uñas. Hay personas con diversos saberes, pero no tienen la capacidad de organización, el espacio, el sustento, la red. Entonces desde la organización se venían proponiendo diferentes emprendimientos. “Boca Calle” fue el que la pegó. Antes de nuestro alfajor creamos “Mate Cocido”, un proyecto de serigrafía. Hicimos barbijos también. Pero lo que tiene “Boca Calle” es que es un producto que tiene un lenguaje más cercano a la clase media y que da la posibilidad de un intercambio económico genuino. No es “lo hago algo de onda porque quiero ayudar a las personas en situación de calle”, sino que es “yo como alfajores, me gustan, y elijo comer este porque ideológicamente quiero respaldar esto“. “Boca Calle” es rico e incluye valores. Es un producto con ética. Y eso hace la diferencia. Nació de probar ideas hasta que Horacio Ávila, director del centro, propuso hacer un alfajor. Empezamos a probar recetas hasta que salió. Y una vez que salió y era rico nos pusimos en la tarea de pensar cómo lo presentamos, cómo lo damos a conocer, qué nombre le ponemos, cómo generamos la red.
El alfajor tiene carácter argentino, nos apropiamos de esta golosina...
- Gabriela Crespo: Es un producto muy argentino por su consumo, no importa si lo creó un argentino o no. Lo consumen casi todas las clases sociales. Es unificador. Lo relaciono a cuestiones sociales porque es un producto popular. “Boca Calle” es un alfajor de características sociales. Los kioscos que lo venden, las cooperativas de alimento que lo distribuyen también lo eligen por una cuestión de cómo nace y quiénes lo producen. Los clientes piensan que están apoyando el trabajo de personas que quedaron excluidas y sienten que vale la pena. Además, están comiendo algo que les gusta. Porque si te gusta algo y lo deseas, es un producto que lo vas a ir a comprar.